El abrazo de la biodiversidad de Cachote

A más de mil metros de altura, en el vértice oriental de la Sierra de Bahoruco, se puede vivir una grandiosa aventura envuelta de incontables experiencias, entre ellas, dejarse impresionar por el encanto natural y humanitario de la comunidad de Cachote, conocer uno de los bosques nublados más importantes del país y descubrir la gran biodiversidad que resguarda el lugar.
Fotos José Bueno
El camino que lleva a Cachote comienza en el municipio de La Ciénega, ubicado 15 kilómetros al Sur de Barahona, e implica un trayecto de verdadero disfrute que enmarcado en el despliegue de flora y fauna maravillan la vista.

La ruta para llegar hasta la elevación montañosa abarca más de 10 kilómetros que se pueden transitar a pie, en mulo o preferiblemente en todoterreno.
El paraíso prometido forma parte del monumento natural Padre Miguel Fuerte, establecido como área protegida mediante el decreto 233-96.
En la cima
A medida que se va avanzando en el trayecto las nubes empiezan a regalar abrazos y la temperatura se torna más fresca y agradable. Apenas se observan algunas casas, de las que los moradores salen risueños a saludar a los visitantes. Su hospitalidad se manifiesta en su trato cortés y en el deseo de mostrar su gran “tesoro” que es ese entorno natural en el que han crecido.

Llega el punto cumbre del recorrido y tímidamente se vislumbra el centro de visitantes Canto del Jilguero, donde generalmente se puede programar pasar la noche y así disfrutar de las interesantes actividades que convergen en este proyecto turístico comunitario.

La rústica y modesta estructura abarca un gran salón multiusos, tres cabañas con capacidad de hasta 10 personas cada una, espacio para 20 tiendas de campaña y restaurante típico. Como aporte educativo, diferentes murales muestran las investigaciones científicas realizadas en la zona en materia de flora y fauna.

Bosque adentro
Cuando se está en Cachote una de las experiencias más gratas es adentrarse a disfrutar del recorrido por el Sendero de la Jibijoa, un camino bautizado con ese nombre en honor a una especie de hormiga que se refugia en los árboles de la zona.

Allí, en contacto directo con el bosque nublado, la naturaleza ofrece más de una manifestación de belleza y se descubren variedades de helechos, bromelias, orquídeas, ébano verde y otras plantas endémicas. Los cantos de los pájaros complementan el maravilloso paisaje, y en la medida en que se trata de identificar a cuáles aves pertenecen esas melodías, se confirma que es casi imposible, ya que en el área se han reportado más de 30 especies diferentes, lo que convierte la zona en un verdadero paraíso para los observadores de estos animales. Este lejano jardín sirve de hábitat para aves endémicas como el “papagayo”, el perico y la cotorra de La Hispaniola, y para tres especies de zumbadores o “colibríes” propios de la isla.

Al final del sendero se desemboca en la comunidad de Cachote, integrada por unas 30 familias, donde el abrazo solidario de su gente le hace sentir como si estuviera en su propia casa, le brindan un cafecito y por supuesto sus mejores sonrisas y afectos.

Cuando termina toda la aventura los sentidos quedan cautivados por la riqueza natural de este maravilloso lugar y la satisfacción de conocer una comunidad que aunque se sirve turísticamente de la naturaleza, valora la importancia de protegerla y en definitiva, esa es una de las mejores lecciones que se aprenden.

Ecoturismo sostenible
La promoción de las bondades naturales que se integran en Cachote va más allá del centro vacacional que se ha instalado allí hace unos años.

El centro Canto del Jiguero es financiado por la Sociedad Ecológica de Paraíso y la Asociación Ébano Verde de Cachote y los recursos adquiridos se utilizan para beneficio de toda la comunidad.

Además, actualmente se trabaja de manera integral con las iniciativas de desarrollo turístico que promueven el Clúster Ecoturístico de Barahona en coordinación con la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID), que como forma de promoción está utilizando el eslogan “Barahona, maravilla natural” para atraer turistas a la provincia sureña.

En definitiva, se apuesta por el ecoturismo sostenible como una demostración de que se puede vivir de la naturaleza sin destruirla.

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